“Ir en bici me da libertad”: Por qué Martin Villig dejó de conducir al trabajo
31 jul 2023
Martin Villig es el cofundador de Bolt. Lleva siendo emprendedor desde hace 25 años y ha ocupado puestos directivos en Skype, Fortumo y NASDAQ Tallinn Stock Exchange.
Su experiencia empresarial lo llevó a convertirse en una figura destacada en la comunidad de startups de Estonia. Y junto con su hermano, Markus Villig, fundador y CEO de Bolt, recibió el galardón E&Y al Emprendedor del Año en Estonia en 2018.
La mayoría de los empresarios de la talla de Martin acuden al trabajo en su Audi o Tesla último modelo, pero en 2018, Martin dejó aparcadas las llaves del coche y las cambió por los pedales de su bici.
Martin se ha sentado con el equipo de contenido de Bolt para explicar el por qué de este cambio.
Las grandes mentes van en bici
Martin llega a nuestra entrevista con un casco de bici azul enganchado a su mochila. Como es habitual, hoy ha venido a la oficina en bici.
Y ahora es buena época del año para ir al trabajo en bici en Estonia: hay una moderada brisa, el cielo está azul y brilla el sol. Pero unas pocas rachas de viento no son nada para alguien que va en bici al trabajo durante todo el año.
A pesar de ser un ciclista entusiasta, Martin no siempre ha ido en bici al trabajo. De hecho, ha pasado la mayor parte de su vida laboral al volante de un coche.
“Durante el 80 % de mi vida laboral, utilizaba el coche a diario y conducía más de 12 kilómetros para ir al trabajo todos los días, pero en 2018, nos mudamos de las afueras al centro de la ciudad y, desde entonces, me desplazo en bicicleta todos los días”.
Uno pensaría que iba a ser difícil renunciar al coche después de depender de él todos los días durante 20 años, pero como familia que vive en los suburbios con compromisos en la ciudad, Martin sabía que era hora de un cambio.
Padres en las afueras, los taxistas no oficiales
Vivir en las afueras parece idílico. Puedes vivir en una casa, cuidar del jardín y aparcar tu(s) coche(s) en la puerta, cosas difíciles de conseguir cuando se vive en el centro de una ciudad. Para sus hijos también era perfecto: “Es cómodo vivir en las afueras cuando tienes niños pequeños. Casi siempre están corriendo y jugando en el jardín o en la calle”.
Sin embargo, a medida que los niños crecían, los problemas empezaban a llegar, y Martin se convirtió sin darse cuenta en el taxista de sus hijos.
“Al crecer, nuestros hijos tenían que estar en el colegio a las 8 de la mañana. También tenían que asistir a actividades extraescolares y a entrenamientos deportivos en el centro de la ciudad. Eso significaba que toda la familia tenía que levantarse temprano y estar sentada dentro del coche a tiempo. Si a alguien se le hacía tarde desayunando, se creaba mucha tensión.
Como padres, nos convertimos en taxistas, un papel que suponía demasiado para mí. Cuando vives en las afueras y no tienes ni guarderías ni colegios en tu zona es todo un reto, ya que todo el mundo pasa mucho tiempo moviéndose de un lado a otro. Y eso que nuestros hijos utilizaban el transporte público para volver a casa después del colegio. Tardaban 45 minutos y era poco práctico antes de ir a entrenar o a otras actividades extracurriculares, que en su mayoría se hacían en la ciudad”.
Encontrar independencia en la ciudad
Martin y su familia decidieron que no podían vivir así, así que se mudaron de las afueras al centro de Tallin.
“Encontramos un piso cerca del colegio de nuestro hijo y nos deshicimos de las llaves del coche. Esto le dio independencia a la familia, ya que todos podíamos ir andando o en bici al colegio y al trabajo”.
Al dejar de lado el coche, Martin tuvo que buscar una alternativa y empezó a utilizar la bici vieja de su mujer.
“Durante los primeros 4 años que vivimos en la ciudad, utilicé una bicicleta normal de 200 € que compré para mi mujer. Y me empezó a gustar mucho. Luego tuve que comprarle a ella una bici nueva mientras yo iba en la suya marrón con una cesta en la parte de delante”.
Las bicicletas de carga: un gran descubrimiento
Hoy en día, es muy fácil ver a Martin recorriendo Tallin en una bicicleta de carga: se ha convertido en un firme defensor de estos vehículos.
“En otoño de 2022, vi una bici de carga en algún sitio y quise probarla. Probé varios modelos y, 3 meses después, encontré el que me gustaba. Ahora no uso otra cosa”.
La bici de carga resultó ser una excelente inversión no solo para ir al trabajo, sino para toda la familia.
“Si pruebas una bicicleta de carga con niños, les encantará enseguida y no querrán volver a ir en coche. Cuando van sentados en el asiento trasero de un coche, no acaban de verlo todo bien por la ventanilla. No obstante, cuando van en una bicicleta de carga, están fuera y pueden ver lo que hay a su alrededor. Les da una perspectiva totalmente nueva de la ciudad”.
Las ventajas de ir en bici al trabajo
Para Martin, el trayecto diario al trabajo es de 3 km y tarda unos 12 minutos en bici. Sin embargo, durante el día suele ir en bici de una oficina a otra para asistir a varias reuniones y acaba utilizándola entre 30 y 50 minutos (hace de 7 a 10 km).
“A veces, en coche se va más rápido que en bici, pero los atascos pueden hacer que esta opción resulte el triple de lenta. Eso hace que sea difícil predecir el tiempo de viaje que se necesita. Con la bici tardo lo mismo todos los días, por lo que siempre sé exactamente a qué hora salir”.
Además de saber el tiempo exacto que durará el viaje, la bicicleta ha liberado a Martin de lo que menos le gustaba de conducir: encontrar aparcamiento y los atascos.
“Ahora que voy en bici, respiro más aire fresco y hago un poco de ejercicio entre reunión y reunión. Intento no ir excesivamente rápido porque no quiero llegar todo sudado. El tiempo que paso subido a la bici me permite pensar y me hace ser más productivo. Cuando vas en coche, te mueves mucho menos, lo que puede afectar a tu salud a largo plazo”.
Y si Martin quiere hacer un alto en el camino, no tiene problemas para encontrar aparcamiento. Puede dejar la bici en la puerta de la oficina o de cualquier cafetería de Tallin.
El mal tiempo no existe, ni siquiera en Estonia
Muchos echan la culpa a la meteorología y dicen que es lo que les impide ir en bici, pero Martin se desplaza al trabajo todo el año en un país conocido por sus largos, oscuros y fríos inviernos. Él cree que, si se está bien preparado, se puede ir en bici haga el tiempo que haga, y lo está demostrando.
“El clima puede ser un desafío, pero solo a veces. Si lo piensas, te preparas y te vistes de forma adecuada, no suele haber problema. No llevo la cuenta, pero creo que solo hay unos 5 días al año en los que me toca circular con mucha lluvia o nieve. A estas alturas ya estoy bastante acostumbrado a condiciones climatológicas de ese tipo”.
Supongamos que eres de los que guarda la bici en cuanto bajan las temperaturas. En ese caso, Martin aconseja invertir en un abrigo de invierno, un casco de snowboard, guardabarros con extensiones (para evitar que se ensucien los zapatos) y un poncho para bicis que vaya sobre el manillar (y que mantendrá secas las rodillas y los pantalones).
“Añade estos accesorios y podrás seguir circulando incluso con mal tiempo”.
Más que mal tiempo hay malas infraestructuras
La falta de infraestructuras seguras en las ciudades es el mayor problema al que se enfrentan muchas personas que se desplazan en bicicleta Sin duda es algo a lo que Martin se enfrenta en Tallin: “No hay suficientes carriles bici independientes en Tallin, así que intento usar calles y caminos menos transitados”.
Sin embargo, hay algunas ciudades que lo han conseguido. Martin cree que hay 4 ciudades en Europa que van en cabeza: “La infraestructura en Copenhague es excelente y es fácil subir una bici al tren para visitar otras zonas de Dinamarca. También he tenido experiencias similares en Helsinki, Estocolmo y Ámsterdam”.
Con o sin grandes infraestructuras para la micromovilidad, ir en bici sigue siendo la mejor manera de descubrir tu propia ciudad o cualquier lugar que estés visitando: “Con una bici, acabas en zonas que normalmente no visitarías. Es una forma fantástica de conocer una ciudad”.
Siéntete libre yendo en bici al trabajo
Las razones a favor del coche particular ya no tienen tanto peso como antes. El creciente número de opciones de movilidad sostenible ofrece una alternativa viable a tener un coche en propiedad que beneficiará tu salud, tu vida social y tu productividad.
“Es hora de dejar atrás la idea de que tener coche es símbolo de estatus. Las generaciones más jóvenes entienden que tener coche no es esencial y descubren que es posible vivir de forma más liviana utilizando las bicicletas, la micromovilidad y el transporte compartido”.
La transformación de la forma de moverse de Martin es un ejemplo extremo. Él dejó aparcadas las llaves del coche y las cambió por los pedales de su bici. Para ti no tiene por qué ser todo o nada.
“Prueba distintas formas de desplazarte y encuentra la que mejor encaje contigo. Existen muchas opciones, como bicis eléctricas, bicicletas de carga y patinetes. Empieza dejando el coche en casa una o dos veces por semana o cuando haga buen tiempo, a ver qué tal. Luego solo es cuestión de ir aumentando la frecuencia poco a poco. He descubierto que entre 1 y 7 km es la distancia ideal para recorrerla en bici o patinete”.
Si alguien que se pasó 20 años yendo y volviendo del trabajo en coche puede cambiar radicalmente su manera de moverse, tú también puedes. Si la historia de Martin te ha inspirado, descubre cómo cambiar tus hábitos de desplazamiento puede ser beneficioso para tu salud, tu bolsillo y el planeta.